Reflexion de Adviento – 23 de diciembre

Léase Jeremías 31:10-14

Mi familia llama el día de hoy "Víspera de la víspera de Navidad". Estamos tentadoramente cerca de la celebración. Hemos sentido la inminente llegada. ¡Estamos que reventamos por buscar una montaña en la cual gritarlo a los vientos!

Pero no está aquí todavía. Todavía es Adviento. Estamos en un lugar diferente de donde estaremos en breve. Todavía estamos invitando a Emmanuel a llegar. Este lugar; el filo, la cúspide, el borde–es un lugar familiar para los pacificadores.

Vemos claramente la posibilidad de un mundo lleno de justicia, en el que el pueblo de Dios "nunca más se consumen" (v. 12), donde Dios, a su vez, cambia su "lamento en gozo" (v. 13). Olemos la redención.

Pero no está aquí todavía. El mundo todavía está lleno de personas que se consumen por el duelo y el luto, experimentando la injusticia. Estamos en un lugar diferente de donde esperamos estar. Estamos luchando con obstáculos y complejidades y sintiendo miedo en las sombras.
No es la Navidad todavía. Pero si en el medio de la preparación te encuentras tarareando una canción de esa sección siguiente del himnario, no voy a decírselo a nadie. Si la previsión de la alegría por venir se apodera de ti y brota una lágrima en tu ojo o una sonrisa en tu cara, discúlpate a ti mismo.

Después de todo, tú sabes cómo termina la historia.

La reunión que Jeremías describe no se ha realizado aun. Pero si en medio del trabajo como pacificadores, un salmo de alabanza rebasa tus labios, no voy a contárselo a nadie. Si la anticipación te atrapa, discúlpate a ti mismo.

Después de todo, tú sabes cómo termina la historia.

ORACIÓN

Dios de la redención, te damos gracias por tu generosidad en la providencia, en la congregación, y en la gracia de la venida del Príncipe de Paz. Amén.

-Joe Genau, M.Div., chaplain resident, Rush University Medical Center, Chicago, Illinois




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