Las donaciones a la Ofrenda de Testimonio Global y de Paz contribuyen a que el Seminario de Estudio sobre el Viaje a las Tierras Nativas ‘desmantele el legado de los pueblos originarios que pierden su tierra, su cultura y su lengua’
por Emily Enders Odom
LOUISVILLE – Mientras viajaba por el suroeste estadounidense la primavera pasada, Kathy Mitchell se sorprendió.
No tanto por las numerosas vistas que eran nuevas para ella, aunque por supuesto, eran impresionantes como por las historias de sus compañeros de viaje.
“Todo el mundo tiene una historia”, afirma Mitchell, anciana gobernante de la Iglesia Presbiteriana Trinity de Chinle, Arizona, en el corazón de la Nación Navajo. “Todo el mundo merece ser escuchado porque sus historias son hermosas. Las historias de resiliencia, amor, esperanza y triunfo de la gente son especialmente importantes”.
El profundo deseo de Mitchell de compartir la paz y buscar la reconciliación, tanto “con aquellas partes de ti mismo y de lo que estás llamado a ser” como a través de los demás a lo largo del camino de la vida, se desarrolló durante nueve días en la carretera de Albuquerque, Nuevo México, a Phoenix durante el último de los tres seminarios de estudios de viajes organizados en el 2023 por el Programa Presbiteriano de Labor por la Paz.
Titulado “Tierras Nativas del Suroeste: La Doctrina del Descubrimiento y su Legado Actual”, el Seminario de Estudios de Viajes Nacionales para la Labor de Paz fue un esfuerzo de colaboración con el Presbiterio de Santa Fe y el Sínodo del Suroeste, del que Mitchell fue moderadora.
El variado programa del seminario ofreció a los participantes la oportunidad de visitar lugares históricos, conocer las experiencias de los Pueblos Nativos Americanos, interactuar con las iglesias Nativo Americanas que forman parte de la IP (EE. UU.) y comprender las implicaciones de la Doctrina del Descubrimiento, que dio a los gobiernos cristianos europeos la justificación religiosa y legal para reclamar las tierras ocupadas por los pueblos originarios.
“Como persona originaria, vives prácticamente dos vidas”, afirma Mitchell. “Porque vives como una persona originaria y también vives tu vida cristiana, tienes que equilibrar esas diferentes partes de lo que eres. Eso forma parte de la lucha de muchos de nosotros”.
Mitchell y las demás personas miembro del equipo de planificación del seminario, Nelson Capitán, Judy Wellington, Roger Powers y Carl Horton, coordinador del Programa de Presbiteriano de Labor por la Paz, creían que entender primero de dónde procedía la historia de cada líder les ayudaría a determinar qué sería más beneficioso para el grupo, que contaba con 35 participantes de 15 estados.
“Eso era algo que yo aportaba, es decir, vivir ahora en esta época en la que se está a una generación de los internados”, recuerda la veterana profesora y orientadora de la enseñanza pública, que lleva casi 30 años en el mundo de la educación. “Mi madre fue a un internado, y de eso no hace mucho. La historia aún está muy fresca. Enfocarlo desde esa perspectiva y comprender que todo el mundo tiene una historia fue lo que más me inspiró, las hermosas historias de todas las personas que conocimos y cómo llegaron hasta allí. Como recurrieron a su cultura para ayudarles a mantenerse fuertes”.
El llamado de Mitchell a la labor de paz y la reconciliación, que incluye abordar y tratar de curar el trauma infligido por la Doctrina del Descubrimiento, es posible en parte, gracias a las donaciones a la Ofrenda de Testimonio Global y de Paz.
La Ofrenda de Testimonio Global y de Paz, recibida tradicionalmente el Domingo Mundial de la Comunión, que este año cae el 6 de octubre, es única en el sentido de que la mitad de ella se destina a esfuerzos de labor de paz y testimonio global a nivel de la iglesia nacional para abordar problemas críticos en todo el mundo. Veinticinco por ciento es retenido por las congregaciones para el trabajo local de paz y reconciliación, y 25% va a los concilios intermedios para ministerios similares a nivel regional.
Una congregación local que ahora está profundamente comprometida con la sanación y reparación de las naciones y comunidades del pueblo originario, gracias a dos de sus personas miembro que participaron en el seminario, es la Segunda Iglesia Presbiteriana de Richmond (Virginia).
“Viviendo en Virginia y sin haber visitado nunca los estados de las Llanuras del Norte, en el 2015 hicimos un viaje en auto de 4,000 millas en un bucle desde Minneapolis hasta Calgary y de regreso, y aprendimos mucho sobre las naciones del pueblo originario de esa zona”, dijeron Lucretia McCulley y su esposo, Dan Ream. “Ese viaje, especialmente, más la lectura sobre la historia del pueblo originario y la lectura de obras de ficción de autores de los Pueblos Nativos Americanos, aumentaron enormemente nuestro interés por aprender más. La oportunidad que nos brindó el Seminario de Estudio de Viajes a Tierras Nativas de mantener conversaciones sobre historia con personas nativas americanas hizo que este viaje fuera ideal para nosotros, ya que explorar el Suroeste era lo siguiente en nuestros planes”.
Poco después de su regreso a Richmond, McCulley y Ream hicieron una presentación a la congregación después de la adoración sobre sus experiencias de cambio de vida con el seminario de estudio de viajes. A continuación, presentaron una propuesta al Concilio de Misión y Defensa de la iglesia, que fue aprobada posteriormente por el consistorio, lo que dio lugar a una donación de $10.000 dólares de la iglesia a la IP (EE. UU.) para ayudar con las reparaciones inmediatas y las mejoras necesarias en las iglesias y capillas los Pueblos Nativos Americanos. El pasado 19 de noviembre, la Segunda Iglesia Presbiteriana también celebró por primera vez el Día de los Pueblos Nativos Americanos con oraciones, liturgia y música durante la adoración.
“Como congregación de Mateo 25, nos dedicamos a erradicar la pobreza sistémica, desmantelar el racismo estructural y construir la vitalidad de la congregación”, dijeron. “Con nuestras donaciones y nuestro testimonio, sabemos que estaremos ayudando en una pequeña medida a desmantelar el legado de los pueblos originarios que pierden su tierra, su cultura y su lengua”.
Otro aprendizaje clave para McCulley y Ream en este viaje fue ver cómo “las experiencias de los Pueblos diferían de las de la nación Navajo y las de la Comunidad India del Río Gila”. Afirmaron que los encuentros cara a cara durante el viaje les ayudarían a “pensar siempre en los pueblos originarios como individuos” en el futuro.
“A veces se tiene la idea errónea de que todas las personas nativas americanas son iguales, pero todas somos enormemente diferentes”, observó Mitchell. “Ese es otro mito que también puede difundirse. Conocer a las personas nos abrió los ojos a todos, incluso a mí”.
Un recuerdo en particular que Mitchell compartió con sus compañeros de viaje evocó una enérgica respuesta de la congregación.
“Le cuento a las personas mi historia, que cuando tenía 10 años había una biblioteca pública en mi ciudad natal que ya no existe”, recuerda. “La biblioteca más cercana está en White Rock, Nuevo México, por lo que se trata de una cuestión de justicia social. Como ahora trabajo con una organización sin fines de lucro para llevar R.E.A.D. en el Beauty Bookmobile (Bibliobús de la Belleza) a la comunidad, el primero de este tipo en la Nación Navajo, esa fue una de las áreas en las que muchas de las personas participantes en el seminario dijeron que ellas y sus iglesias podían ayudar donando libros o haciendo donaciones. El pueblo presbiteriano es muy bueno considerando la justicia como una parte importante de la misión”.
Una de las participantes, Deb Church, pastora de la Iglesia Presbiteriana de White Rock (Nuevo México), visitó posteriormente a Mitchell en Chinle tras el viaje, donde pudo ver el bibliobús en acción.
“Creo que es importante situarse en el lugar en el que se encuentran las personas”, afirma Mitchell. “Como ser humano, quieres que te validen. Quieres que te escuchen. Son aspectos importantes del seminario de estudio de viajes, estar con las personas”.
Sin embargo, las interacciones interpersonales no siempre fueron fáciles.
“Tuvimos momentos en los que fue difícil decir la verdad, pero decir la verdad con amor también es muy importante”, añadió. “Realmente me transformó. Puesto que la verdad y la reconciliación es a lo que vino Jesús, es importante que estemos en ese corazón de aprendizaje y en ese corazón de sanación y reconciliación, que es importante para nosotros como hermanos y hermanas en Cristo”.
McCulley y Ream dijeron que esa es exactamente la razón por la que la Segunda Iglesia Presbiteriana apoya cada año la Ofrenda de Testimonio Global y de Paz.
“Nos comprometemos a compartir nuestros dones para ayudar a hacer frente a los sistemas de conflicto e injusticia en el mundo”, afirmaron. “También tenemos que vivir el compromiso de la denominación con la paz y la justicia y los principios de Mateo 25 en nuestras comunidades y en todo el mundo. Las pequeñas y grandes contribuciones a la Ofrenda colaboran para lograr cambios significativos en favor de la paz en los lugares que nos importan”.
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